Trabajo Decente en Costa Rica: “En honor a la verdad…”
“La dignidad es como la esponja: se la oprime, pero conserva siempre su fuerza de tensión. La dignidad nunca muere.” José Martí
El pasado 10 de mayo de 2012, en la única sesión del Consejo Superior de Trabajo convocada, hasta ese momento, en este año, “(…) el Sector representante de las Organizaciones Empleadoras y el Sector Representante de los Trabajadores, presentan moción de revisión del documento de trabajo decente…adjuntando en este acto un documento previamente consensuado”. En tan solo 15 minutos, sin la menor discusión, el Consejo aprobó solemnemente un documento de 3 hojas que contiene el “Programa de Trabajo Decente de Costa Rica”.
En mi calidad de integrante del Consejo Superior de Trabajo, como lo establece el art. 4º del decreto Nº 36157-MTSS, mi deber es informar al movimiento sindical, que nunca se me convocó a las deliberaciones previas que concluyeron con semejante documento “consensuado” con la patronal.
Dicho documento fue suscrito por los señores Albino Vargas, Olman Chinchilla y Sergio Saborío, en representación del movimiento sindical, manteniéndome totalmente al margen de esas negociaciones con el empresariado, por mi manifiesta y abierta oposición a un acuerdo con 4 “prioridades”, totalmente vacío de contenido, insustancial, omiso de estrategias operativas para la consecución de los fines indicados.
El documento plantea únicamente la “Sensibilización y capacitación para el fomento de la libertad sindical, la negociación colectiva, y la equidad de género, tanto en el sector privado como en el sector público (incluyendo los Convenios 151 y 154 de la OIT)”; cuando desde el año 1984, se presentó un proyecto de ley para ratificar los convenios Nº 151, sobre la Protección del Derecho de Sindicación (exp. Nº 10004) Y Convenio Nº 154, Sobre el Fomento de la Negociación Colectiva (exp. Nº 9993); resultando que a lo largo de siete Administraciones, incluida la actual, resultó –políticamente- imposible su ratificación.
Durante varias reuniones debatimos la importancia y utilidad que tienen estos convenios, por lo que debía impulsarse, desde el propio Consejo, la ratificación de estos Convenios, con la resistencia del sector empresarial y gubernamental, que finalmente obtienen un cómodo triunfo, porque el documento hace una referencia simbólica a ambos convenios.
No obstante, lo que sí consigue el sector patronal y gubernamental es el compromiso de “Impulsar la aprobación del proyecto de Reforma Procesal Laboral que contenga los acuerdos consensuados entre los sectores trabajador y empleador”, a pesar de las reiteradas solicitudes que un grupo de organizaciones planteamos, para discutir ampliamente este tema, con la participación constructiva de todas las organizaciones sindicales y gremiales, debido a diferencias de fondo que tenemos, particularmente en el tema de los arreglos directos y los comités permanentes, instrumentos emblemáticos que el empresariado ha utilizado para destruir el movimiento sindical, principalmente en las actividades de plantación (bananera, piñera, cañera) e industriales.
Es lamentable que el “Programa de Trabajo decente” se limite a un lacónico conjunto de líricas declaraciones, ayuno de objetivos, de estrategias para alcanzar metas, de modalidades de supervisión para valorar el cumplimiento de metas, como, por el contrario, se han aprobado en una considerable cantidad de países de América Central y del Sur. De esta manera, se le facilita al Gobierno su participación en la 101ª Conferencia de OIT, que inicia la semana próxima.
Sin ánimo de ofender a los suscriptores de este acuerdo, pero por la responsabilidad, que yo asumí, de rendir cuentas de las acciones que realizamos como dirigentes sindicales y porque la connivencia entre el poder político y la cúpula sindical ha conducido al descontento de los trabajadores y trabajadoras, no puedo dejar pasar desapercibido este histórico y desdichado acontecimiento y moralmente, me encuentro obligada a comunicarlo a las organizaciones gremiales y sindicales de nuestro país.
No debemos olvidar que el empresariado sí tiene conciencia de clase y está perfectamente organizado. En cambio, la clase trabajadora, que durante décadas de luchas ha logrado importantes conquistas sociales, ve ahora como algunas organizaciones se vuelven convenientemente conciliadoras, cuando no cómplices de los retrocesos.
Con esta reflexión doy cuentas de mi participación en el Consejo Superior de Trabajo, esperando no encender susceptibilidades o virulentos ataques, por lo menos de parte de mis compañeros de sector, que de parte de los representantes del empresario y del Gobierno, tengo muy claro los intereses que defienden.
No se puede actuar con dobleces, hay que honrar las ideas, con coraje; en definitiva, por lo menos, salvar la dignidad.
Ciudad Quesada, 23 de mayo de 2012
Martha Elena Rodríguez González
Secretaria General Adjunta de UNDECA
Miembro Consejo Superior de Trabajo