Venezuela no quiere regreso de corruptos


Elecciones en Venezuela: Hugo Chávez gana, la duda es por cuánto

El profesor de Postgrados en Matemática de la Universidad Nacional Experimental Rómulo Gallegos (UNERG), Luis Eduardo Chacín, afirmó en una publicación en el sitio aporrea.org: “se puede predecir con conocimientos de estadística, matemática y probabilidades y tomando en cuenta los resultados electorales del referendo revocatorio del año 2004 y de la última elección Presidencial del año 2006, los resultados del 7 de Octubre del año 2012”.

El especialista exhibe un listado de resultados posibles por Estado en las elecciones generales, obtenido tras considerar “el pulso de la opinión pública nacional, los apoyos de los gremios, consejos comunales, distintas personalidades o el retiro de los mismos respaldos los resultados obtenidos mediantes estas dos herramientas científicas y de la comunicación social”.

En estudio realizado por Chacín, Hugo Chávez Fías obtendría un triunfo como presidente de Venezuela en los 24 Estados, con un apoyo que oscilaría entre el 52 y el 79 por ciento, promediando el 62,15.

Así, por ejemplo, en Caracas el actual mandatario sería reelecto por el 62 por ciento, en Zulia, Táchira, Mérida y Miranda ganaría por el 54 por ciento.

Las mayores ventajas para el chavismo se obtendrían en los estados de Guárico y Aragua (79); en Amazonas, Delta Amacuro y Portuguesa (78), Cojedes (74), Sucre (72); y en Apure, Vargas y Trujillo (70).

Según este estudio probabilístico, la diferencia a favor de Chávez sería, de manera “irreversible”, del 24,3 por ciento.

Por otra parte, según un informe de la agencia Prensa Latina, prestigiosas encuestadoras dan por ganador al líder bolivariano. El sondeo de Hinterlaces arroja un 50 por ciento de intención de voto para Chávez, International Consulting Services (ICS) un 63; Consultores 30.11, estima que obtendrá el 56,5; y Datanálisis 43,1 por ciento.

Esos porcentajes marcan una brecha de entre 18 y 20 puntos entre el mandatario y el candidato opositor Henrique Capriles Radonski.

Incluso la intención de votos de los indecisos, aquellos que aún no tienen claro por quién emitirán su sufragio, se inclina en 60,1 por ciento hacia Chávez, frente a 39,9 que lo haría por Capriles, comunicó ayer el Grupo de Investigación Social Siglo XXI (GIS XXI).

El candidato opositor, Henrique Capriles Radonski, encabeza una campaña mediática en la cual expresa que, según sondeos encargados por su frente electoral, la brecha de votos entre él y el Presidente es mínima o muestran un posible empate. Incluso, llegó a afirmar que algunos estudios lo muestra ganador. Sin embargo, no ha divulgado ningunas de esas encuestas. APAS realizó una exhaustiva búsqueda de los datos que esboza el candidato opositor, sin resultados positivos.

En las últimas semanas cada vez que las encuestadoras divulgaron sus análisis, la oposición desconoció los números arrojados, y adelantó que desconocerá los resultados del Consejo Nacional Electoral (CNE) o cantarán fraude tras lo que se supone será una victoria contundente del chavismo. Esta maniobra no reporta novedades: en el plebiscito de 2004 la oposición declaró fraude y se retiró de las parlamentarias de 2005.

Según un sondeo de la Encuestadora Naor, Chávez cuenta con el 60 por ciento de intención de voto, informó la Agencia Venezolana de Noticias. Capriles obtendría el 35 por ciento.

El gerente general de la encuestadora, Carlos Sánchez, detalló que los datos se desprenden del último estudio de esta firma, realizado del 2 al 17 de septiembre, basado en 2.500 entrevistas directas “puerta a puerta” en todo el país, con un nivel de confiabilidad de 95 por ciento y un margen de error de, más o menos, 2,45 por ciento.

Ante la pregunta ¿Por quién no votaría usted?, Sanchez informó que “el rechazo lo encabeza el candidato Capriles, con 56 por ciento; seguido por Chávez, con el 38 por ciento”, agregó Sánchez.
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Un nuevo proceso democrático en Venezuela

El domingo votamos todos

Las elecciones presidenciales en la República Bolivariana de Venezuela tienen una enorme relevancia para el proyecto de integración regional en curso. La opción es extensible al conjunto escenario latinoamericano: transformación popular emancipatoria o restauración elitista conservadora.

Por Ernesto Espeche | Desde la Redacción de APAS Mendoza

La Agencia Periodística de Argentina y América del Sur (APAS) prepara una serie de despachos especiales para dar cobertura al proceso eleccionario que tendrá lugar este domingo en la República Bolivariana de Venezuela. Así, proponemos un seguimiento diario sobre el clima previo, las perspectivas en pugna, el impacto regional y las posibles consecuencias de sus resultados.

Si pensamos a la región como una totalidad, aquella que emana del viejo proyecto de la Patria Grande, nada de lo que ocurre en el plano doméstico de un país puede analizarse al margen de la compleja realidad colectiva y viceversa.

Nuestros países operan en conjunto en un mismo escenario. En la última década se abrió para todos los habitantes de Nuestra América una etapa signada por la crisis del proyecto rentístico financiero y la emergencia del campo popular a espacios de poder. Ese recorrido, diverso y contradictorio, se expresa hoy en el diseño de un proyecto popular emancipatorio que ubica a las históricas clases dominantes en una cruzada restauracionista.

El liderazgo popular de muchos de los mandatarios de esta parte del planeta se alimenta de una fuerte participación ciudadana y una original construcción de poder. Estamos, sin caer en miradas grandilocuentes, en la dura puja por reinventar la democracia, refundar el relato histórico y sepultar el modelo civilizatorio afirmado por décadas por una selecta minoría.

Al mismo tiempo, la elección del próximo domingo tiene rasgos particulares. Hugo Chávez, y la Revolución Bolivariana que conduce, están en el núcleo de la totalidad que contiene al proceso de integración en la actual etapa. La experiencia venezolana funciona como testigo de los cambios operados en la región: sus firmes definiciones ideológicas, el carisma de su líder y la intensidad de sus medidas marcan el pulso del cambio de época.

El llamado “Socialismo del Siglo XXI” está en el epicentro del proyecto popular a escala regional. Eso explica que las derechas se posicionen en cada país en referencia a las relaciones de los presidentes con Venezuela. Y no se equivocan: los gobiernos de Lula Da Silva, Dilma Rousseff, Fernando Lugo, Rafael Correa; José “Pepe” Mujica, Néstor Kirchner, Cristina Fernández o Evo Morales mantuvieron o mantienen espacios de acuerdo estratégico entre sí y con Venezuela. Juntos avanzan hacia un modelo que está en las antípodas de los intereses estadounidenses en la región y cobra cada día mayor fortaleza.

Eso explica, también, que en Venezuela se organizara en 2002 el primer intento golpista de nuevo tipo y se abroquelara la vetusta oposición política alrededor del eje articulador de las corporaciones mediáticas. La fórmula, aunque ciertamente limitada, se repitió casi siempre sin éxito en los países vecinos.

Allí también se consolidó una ecuación de hierro: la organización popular –la recuperación de la política como herramienta de cambio- es el mejor antídoto contra los efectos nocivos de la burbuja mediática. Por eso, ni más ni menos, Chávez se sometió a 14 procesos eleccionarios sin perder sustento social.

Por eso, además, Henrique Capriles expresa el burdo ensayo de la derecha de construir referencias cuyos discursos no expliciten de modo salvaje una torpe vocación antidemocrática. Se trata de un cambio de táctica que, sin embargo, no alcanza para revertir la debacle opositora. Por los motivos expuestos en el párrafo anterior, todos los sondeos vuelven a ubicar al Presidente como el candidato favorito, falta conocer el margen de ventaja final.

En todo caso, el experimento “Capriles” puede tener algún éxito si, luego de su exportación, logra capitalizar un hipotético agotamiento del dinamismo transformador que sostiene a los mandatarios que adscriben a la tradición popular sudamericana. La restauración conservadora pendula sin brújula entre la factoría de una esperanza blanca que socave la legitimidad democrática de los procesos políticos en curso y los groseros intentos destituyentes anticonstitucionales.

Por eso, finalmente, el domingo votamos todos.

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Por la Redacción de APAS |
01|10|2012
apasdigital. org

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