El mercado laboral está organizado en torno a un “trabajador modelo o robot” que es completamente independiente, cuya única tarea es la que le contratan, sin otras responsabilidades personales y expectativas familiares.
Esto, unido al afán de la mayor ganancia al menor costo, eliminando puestos de trabajo al suprimir los 3 turnos laborales, el pago de tiempo extraordinario, garantías laborales y seguridad social, es lo que entienden por “competitividad” o “eficiencia”, como sinónimos de esclavitud laboral. Incluso cuando se habla de conciliación de la vida familiar y la vida laboral, sus propuestas son el establecimiento de horarios flexibles, teletrabajo, contrato a tiempo parcial. Lo más sorprendente que pretenden hacerle creer a los y las trabajadores que ellos “decidirían” la jornada que les conviene.
Adicionalmente, se ha desarrollado en el mercado laboral, la idea de que quien necesita conciliar la vida laboral y familiar son las mujeres, consolidando el concepto de que son ellas las responsables de las tareas no remuneradas, como el trabajo doméstico y el cuido.
Lo que necesitan los trabajadores y las “necesidades” empresariales son diametralmente distintas. La iniciativa de ley de los empresarios, que desde hace un tiempo se encuentra en la Asamblea Legislativa y que propone jornadas 4/3 es decir, 4 días de trabajo remunerado y 3 de “descanso” para que los trabajadores puedan dedicarse a otros trabajos, remunerados o no, es un retroceso de más de 100 años de sus derechos laborales.
Nada concilia menos la vida del trabajador que tener jornadas más largas durante cuatro días para “volver” a la casa durante tres. Por una parte, los trabajadores estarían alejados de sus hogares hasta por 14, 16 o más horas debido a los tiempos de traslados – agravados por el congestionado tránsito – y por otra, las tareas escolares, domésticas o de cuidado familiar, no pueden esperar al día de “descanso”.
Si a esto le agregamos que buscan eliminar derechos laborales, económicos y aumentar la edad para pensionarse, nos damos cuenta “por dónde va la procesión”. El objetivo es llevarnos a condiciones laborales de hace un siglo y si se puede más atrás.
Lo que se debería plantear es disminuir la jornada semanal, que permitiría realmente conciliar vida familiar y laboral, permitir el estudio y brindar facilidades de acceso a los centros educativos, generar más empleo de calidad para muchos desempleados, mayor equidad en la distribución de la riqueza, en una sociedad más justa y solidaria.
La Presidenta Chinchilla, en su discurso de ayer 1º de Mayo, dijo que las exportaciones crecen, que la economía mejora, incluso con números record, nos preguntamos entonces, ¿O vive en otro país o la Costa Rica de ella, de los grandes empresarios y banqueros es diferente a la Costa Rica de cuatro millones de costarricenses?
Esta conjura contra la jornada de 8 horas es una traición a los Mártires de Chicago y a la clase trabajadora
Martha Rodríguez González
Secretaria General Adjunta UNDECA