Declaración del Encuentro Social y Cultural de Movimientos Sociales por la Integración Latinoamericana

DECLARACIÓN DEL ENCUENTRO SOCIAL Y CULTURAL DE MOVIMIENTOS SOCIALES POR LA INTEGRACIÓN LATINOAMERICANA EN EL MARCO DE LA CELEBRACIÓN DE LA III CUMBRE DE LA CELAC, CELEBRADA LOS DÍAS 28 Y 29 DE ENERO DE 2015, EN SAN JOSÉ, COSTA RICA

Los representantes de movimientos sociales y populares de los siguientes países: Argentina, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Perú, Puerto Rico, Uruguay, Cuba, Venezuela reunidos en San José, Costa Rica en el marco del Encuentro social y cultural de movimientos sociales por la integración latinoamericana, declaran:

1. Reconocer a la CELAC como el espacio de integración soberano de América Latina y el Caribe, respetuoso de la pluralidad, la diversidad política, y del derecho soberano de cada uno de nuestros pueblos para escoger su propia forma de organización política y económica.

2. Reafirmar nuestra certeza que la CELAC transita a convertirse en el espacio de integración latinoamericana y caribeña, como lo soñaron nuestros próceres, que basa su actuación en el respeto a los principios de la libre autodeterminación de los pueblos, de la igualdad soberana, de la integridad territorial y la no injerencia en los asuntos internos de cada Estado.

3. Expresar que como representantes de movimientos sociales y populares del continente, partimos del principio que la CELAC deberá consolidarse como espacio integracionista latinoamericano y caribeño que abarque otros ámbitos de acción, más allá del diálogo político, con vistas a contrarrestar a sectores conservadores que pretenden entorpecer el proceso integracionista en nuestra región.

4. Manifestar que desde nuestra perspectiva la gran prioridad de la CELAC es convertirse en una herramienta y motor impulsor en el combate contra los principales flagelos que azotan a nuestra región latinoamericana y caribeña, tales como: la pobreza, la desigualdad, la exclusión social y la depredación de nuestros recursos naturales, considerando que nuestra región lamentablemente es la más desigual del planeta.

5. Consideramos que es necesario que la CELAC impulse propuestas y acciones a fin de lograr una nueva arquitectura financiera regional, que nos libere de los organismos multilaterales y financieros que operan bajo lógicas neoliberales.

6. Afirmar que es imprescindible que se dinamice la puesta en marcha del Banco del Sur, que representa romper con la lógica neoliberal de las actuales instituciones financieras regionales, asimismo, Es también necesario consolidar otros mecanismos financieros regionales de protección a nuestras economías en un escenario global de desestabilización a las economías emergentes como las latinoamericanas.

7. Luchamos por la defensa de nuestra independencia energética, la recuperación soberana de nuestros recursos naturales y la creación de infraestructura en beneficio de nuestras comunidades, de nuestros pueblos originarios y territorios y no al servicio de los intereses transnacionales. Reiteramos nuestra oposición a la privatización de los bienes públicos.

8. Es claro que hoy la CELAC se mueve entre una corriente de gobiernos que quieren seguir profundizando la lógica neoliberal que a lo largo de treinta años lo único que ha promovido es la pobreza y exclusión social de nuestros pueblos y otra corriente de gobiernos de fuerte contenido antineoliberal que a pesar de las políticas desestabilizadoras promovidas desde los centros imperiales, siguen manteniendo una agenda de resistencia, de cambio y de transformación.

9. Valoramos positivamente que la CELAC se inserte en el debate por un cambio en la lógica dominante a nivel global y que se convierta en un factor que potencie el diálogo multilateral.

10. Apostamos por la ruta emancipadora, anti-capitalista y por la defensa de nuestra pluriculturalidad, por una América Latina y caribeña en la que se garantice el empleo digno, decente y con salarios justos para nuestra clase trabajadora; que garantice que la educación sea un derecho y no una mercancía; que nuestros pueblos tengan acceso pleno al conocimiento, la ciencia y la tecnología; que garantice una verdadera igualdad de derechos civiles para la mujer, las poblaciones afrodescendientes, las poblaciones LGBTI, que garantice la total independencia y el respeto a nuestros pueblos y culturas ancestrales; que restablezca el papel de la economía social y solidaria, campesina; que garantice la defensa de nuestros recursos naturales y de nuestra biodiversidad frente a los apetitos voraces de los grandes emporios empresariales; una América Latina que restablezca el papel del Estado como mecanismo fundamental para alcanzar una distribución justa y equitativa de la riqueza.

11. Señalamos que una deuda de la CELAC es que a aunque en su II Cumbre en la Habana/Cuba; se acordó “Impulsar la participación activa de la ciudadanía, incluyendo, en particular, las organizaciones y movimientos sociales”; a la fecha no se ha concretado. Exhortamos a la III Cumbre trabajar en crear un mecanismo formal de participación de los movimientos sociales a fin de garantizar que la CELAC no sea un proceso de integración exclusivamente de los gobiernos, sino también de los pueblos representados en sus instancias organizativas.

12. Reconocemos el papel de los movimientos sociales y populares en la construcción de agendas anticapitalistas generadas desde la fundación del Foro Social Mundial, el Foro de Sao Paulo, la Marcha Mundial de Mujeres, Vía campesina, los movimientos de los pueblos originarios, el Encuentro Sindical Nuestra América, la Federación Sindical Mundial y la Organización Continental Latinoamericana y Caribeña de Estudiantes (OCLAE), entre otras, que logran mediante procesos de movilización y resistencia canalizar políticamente sus demandas en los países de nuestro continente.

13. Expresamos nuestra solidaridad con los pueblos que son víctimas de las agresiones por parte del imperio:
a) Demandamos el levantamiento del bloqueo criminal a Cuba; saludamos el regreso a su Patria de los 5 héroes cubanos como resultado de la acción unida y decidida de los movimientos sociales y populares, así como la solidaridad internacional en su conjunto.
b) Rechazamos las agresiones desestabilizadoras contra el pueblo y gobierno de Venezuela. Demandamos del Gobierno de Costa Rica no prestarse a que estos sectores desestabilizadores utilicen el territorio nacional para sus acciones.
c) Nos solidarizamos con el pueblo y movimiento estudiantil mexicano, exigimos justicia y cese de la impunidad.
d) Demandamos el fin de la violencia y represión contra el movimiento popular y de resistencia de Honduras.
e) Nos solidarizamos con el pueblo ecuatoriano en su lucha por el caso del ecocidio en la Amazonía ecuatoriana perpetrado por Chevron-Texaco
f) Nos solidarizamos con la lucha del pueblo argentino por la recuperación de la soberanía sobre las Malvinas, hacemos nuestra la demanda que las Malvinas son Argentinas.
g) Respaldamos la demanda del pueblo y gobierno boliviano por el derecho a contar con salida al mar.

14. Llamamos a fortalecer e impulsar la más amplia unidad de los movimientos sociales y populares del continente, a fin de alcanzar la verdadera independencia y soberanía de nuestros pueblos.

Agradecemos las organizaciones costarricenses como anfitriones de este Encuentro social y cultural de movimientos sociales por la integración latinoamericana en el marco de la celebración de la III Cumbre de la CELAC, celebrado los días 28 y 29 de enero de 2015 en San José, Costa Rica.

28 de enero de 2015

Delegaciones Internacionales de los pueblos Latinoamericanos y el Caribe
Bloque Unitario Sindical y Social Costarricense, BUSSCO
Federación de Estudiantes de la Universidad de Costa Rica, FEUCR
Federación Sindical Mundial-Centroamérica, FSM-CA

Evo Morales: Cierre con broche de oro!


El auditorio de la Escuela de Derecho de la Universidad de Costa Rica fue el escenario en el cual el Presidente boliviano, dirigente sindical campesino, compartió con más de 400 personas su experiencia al frente del gobierno revolucionario en su país.

“El capitalismo solo le hace daño a la humanidad. La región debe ser antiimperialista, anticapitalista para avanzar, debemos vencer a las fuerzas retrógradas que empobrecen y matan a los pueblos de Nuestra América.” dijo Evo Morales y agregó que el camino de la unidad de las fuerzas sociales es fundamental para lograr los cambios que se necesitan para construir una sociedad diferentes, solidaria, humanista y que respete a la madre tierra, “sé que no es fácil, nunca ha sido ni lo será ahora, pensamos diferente, pero podemos llegar a acuerdos que nos unan, un objetivo mayor que es la vida misma, el derecho a la vida de millones de personas que son sometidas a la pobreza, al hambre, al desempleo, al analfabetismo, a la muerte, por un modelo de desarrollo que ya demostró que es un fracaso”.

Sin Cuba y sin Venezuela no habríamos podido avanzar

“Debo decir que sin Cuba, sin Fidel Castro, y sin la Venezuela de Hugo Chávez no ubiéramos podido avanzar en nuestro país. La solidaridad de Cuba y Venezuela han sido fundamentales para que con programas de salud y alfabetización pudiéramos darle a nuestro pueblo dos ejes fundamentales la salud y la educación. Más de 600 mil operaciones de ojos gratuitas, millones de bolivianos alfabetizados que hoy leen y escriben gracias al apoyo de esos pueblos hermanos.”, agregó Evo Morales

Para Evo otro eje importante del triunfo de la Revolución ciudadana en Bolivia es la recuperación del derecho del pueblo a sus recursos naturales, el petróleo, el agua, los bosques. “Antes de que ganáramos la derecha entregó en manos de transnacionales el petróleo de Bolivia, el 82% de las ganancias eran para la empresa privada y solo el 12% para Bolivia, hoy la historia es al revéz, el 82% para los bolivianos y el 12% para la empresa privada. En un principio, cuando planteamos la nacionalización de los hidrocarburos nos amenzaron que se iban a perder empleos, de que habría más pobreza y que las emprersas se irían del país, hicimos el cambio y nada de eso pasó, las empresas están ahí, siguen ahí y al contrario ahora el pueblo se baneficia con los recursos que se generan”, dijo el presidente boliviano.

“El triunfo y avance de la revolución ciudadana se basa en el apoyo de nuestro pueblo, nosotros nos debemos a nuestro pueblo. El pueblo no tiene que ir a las instancias de gobierno a pedir que trabajemos por ellos, somos nosotros los que tenemos que ir a ellos para nos digan que necesitan que hagamos, este gobierno se debe y trabaja para el pueblo. Cuando alguno de nuestros hermanos en el gobierno comete un error o cae en las garras de la corrupción lo despedimos de inmediato, lo hemos hecho y lo seguiremos haciendo, trabajamos para el pueblo no para beneficiarnos personalmente.”, concluyó Evo Morales Ayma.

Con este acto y la Proclama del “Encuentro Social Por la Patria Grande”, el Bloque Unitario Sindical y Social Costarricense, BUSSCO, la Federación de Estudiantes de la Universidad de Costa Rica, FEUCR, y la Federación Sindical Mundial-Centro América, FSM-CA, cierran con “broche de oro” una jornada exitosa por la Integración Latinoamericana.

Junto a Martí, por el bien de la humanidad

Este 28 de enero, día en que el Apóstol de Cuba cumple 162 años y es la fecha en la que iniciamos una jornada de recordación de su vida, obra y pensamiento, a propósito del 120 aniversario de varios y decisivos acontecimientos históricos de nuestra patria, tales como el reinicio de las luchas por la independencia de Cuba, el 24 de febrero de 1895, con la Guerra necesaria. El pensamiento martiano deviene arma medular para enfrentar la sostenida y alarmante crisis mundial. Se ubica así, su ideario ético, político y humanista en el epicentro de una batalla que tiene en la cultura y las ideas sus principales frentes y recordemos que esta cruzada debemos no solo librarla, sino vencerla, porque de ella depende el futuro de la humanidad.

Hace unos días, desde mi condición de cubano de vocación martiana, convidé desde las páginas del periódico Juventud Rebelde, a pensar el futuro de Cuba, de Latinoamérica y del mundo, desde la realidad que vivimos y ante los cardinales desafíos que nos obligan a pensar y a actuar con claridad, en un contexto políticamente complejo a escala global, bajo un orden económico insostenible ─el del sistema capitalista de explotación mundial─ y una guerra cultural en la que no pocos se aferran a promover los valores de dicho sistema. Es precisamente la crisis del capitalismo y la necesidad de abrirle paso a una cultura genuina y de vanguardia que siga apostando por la alternativa socialista, emancipatoria, humanista y de justicia social; lo que nos hace ser, como Fidel, fieles e invencibles seguidores de Martí, por lo que su pensamiento alcanza una extraordinaria actualidad, de ahí que su universalidad crezca cada día. Por eso a 120 años del reinicio de las luchas independentistas cubanas, es imprescindible estudiar con más profundidad a Martí, desde la cosmovisión que él nos entrega de los valores de la nación cubana y de toda nuestra historia. Recordemos también que nuestra América se fortalece y por ello seguir luchando por el equilibrio del mundo es cuestión de suma importancia.

No olvidemos, asimismo, que es indispensable un Diálogo de generaciones que se oriente desde la tradición martiana, desde lo más autóctono de las raíces latinoamericanas y caribeñas. Hoy es preciso que se fortalezca la lucha que libran los pueblos de la América nuestra y se establezca un diálogo civilizacional a partir de la idea martiana: “Injértese en nuestras repúblicas el mundo, pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas”.

Hemos seguido con mucha atención los nuevos acontecimientos que han tenido lugar a partir del 17 de diciembre del 2104, las conversaciones entre los gobiernos de Cuba y los Estados Unidos. Estoy convencido de que esto es muestra fehaciente de dos cuestiones esenciales: la fuerza y dignidad de nuestro pueblo y la decadencia del sistema capitalista. Con el ojo previsor de Martí, quien vivió largos años en los Estados Unidos y como nadie de su tiempo lo conoció, debemos seguir fortaleciéndonos en el terreno ideológico-cultural. Ganemos a pensamiento esta necesaria batalla siendo radicales y armoniosos, eligiendo, como Martí, la fórmula del amor triunfante: con todos y para el bien de todos.

Por estas razones, el Centro de Estudios Martianos ha creado el grupo interdisciplinario José Martí y su visión sobre los Estados Unidos para estudiar estos temas con el apoyo de otras instituciones.

Por: Armando Hart Dávalos

Con José Martí: raíces y luz

Concisión y sonoridad pudieran explicar que el topónimo Yara se haya sobrepuesto con facilidad a Radiocentro, nombre que identificó durante años a un céntrico cine habanero, y tal vez explique asimismo que en el habla popular se use como sinónimo del adverbio ya. Pero hasta en esas sustituciones debe considerarse el prestigio y la familiaridad de Yara en la tradición patriótica del país. En enero de 1869, poco más de tres meses después de comenzar la Guerra de los Diez Años, José Martí, erguido en las señales de su entorno, plasmó el dilema que en su tiempo tenía ante sí la nación cubana en formación: “O Yara o Madrid”.

Tal ha sido la significación de Yara que, entre muchos aciertos, ha dado lugar a una confusión histórica: se ha suplantado la realidad que fue el Grito de Demajagua por una de nombre más fácil de pronunciar, Grito de Yara. El error está presente en documentos fundamentales de la patria, y se implantó con firmeza pétrea y crédito de nombre oficial en la chimenea de un central azucarero. Como en el justo afán de revertir la infundada identificación del levantamiento del 24 de febrero de 1895 como Grito de Baire, con lo que se rinde homenaje a una sola entre las localidades envueltas en el estallido simultáneo de aquella fecha, poco éxito han tenido los reclamos de recordar correctamente los hechos: el 10 de octubre de 1868 el grito de independencia de Cuba se dio en el ingenio Demajagua, y lo sucedido en Yara, el bautismo de fuego de las tropas mambisas, tuvo lugar el 11.

Era natural que una tropa irregular, escasa en experiencia militar y pertrechos, no pudiera derrotar a representantes de un ejército que gozaba de ventaja. Para los independentistas el valor de aquella vivencia fue moral: no se rindieron ante el enemigo poderoso, y ello hizo de Yara un símbolo que remite por derecho a la voluntad de lucha del pueblo cubano, a su afán de triunfar con la justicia y convertir los reveses en victoria, por lo menos desde el período que José Martí llamó “de preparación gloriosa y cruenta”, la antesala del estallido del 68, arrancada patente de una nación que braceaba por dejar de ser colonia.

En el camino se ubicaron el propio estancamiento de la gesta iniciada entonces y la heroica Protesta de Baraguá, que no tuvo la repercusión práctica merecida: revertir los designios del Pacto del Zanjón, como tampoco lo consiguió la Guerra Chiquita entre 1879 y 1880. Sobreponerse a golpes y alcanzar metas mayores estuvo en la médula del afán que llevó hasta el alzamiento del 24 de febrero de 1895, preparado por Martí. Los fanáticos del pragmatismo, corriente de pensamiento que no por gusto surgió con signo capitalista, y no se debe confundir con el espíritu práctico sano, serán quienes supongan que el triunfo material certifica la razón de los actos.

Otras han sido y serán la actitud y las perspectivas de quienes en Cuba seguirían las luces del 68 y del 95. Recordemos los ejemplos de las vanguardias representadas por Julio Antonio Mella, Rubén Martínez Villena y Antonio Guiteras; los afanes más esclarecidos de quienes, en la luz encendida por Mella, abrazaron juntas las lecciones de Martí y las del marxismo; los actos de lo que ha pasado a la historia como generación del centenario martiano, una avanzada capaz de acometer proezas como las emblemáticas del 26 de julio de 1953, y movilizar crecientemente al pueblo hasta el triunfo de 1959.

En el centro de las frustraciones sufridas por Cuba operaba la herencia, o presencia viva, de la realidad implantada desde que en 1898 las crecientes fuerzas imperiales de los Estados Unidos intervinieron en la guerra que el patriotismo cubano libraba contra el colonialismo español, e impidieron el triunfo de los mambises y la instauración de la república moral con que soñó y por la cual luchó y murió Martí. Él había logrado un movimiento unitario sin precedentes en nuestra historia, y nos legó el fundamento moral —así lo ha llamado el líder histórico Fidel Castro— de lo que nuestra patria ha hecho después, y está convocada, por su deber y su honor, a seguir haciendo.

El héroe a quien rendimos tributo por el aniversario 162 de su nacimiento y en el año en que se cumplirán 120 de su muerte en combate, sigue vivo como guía motor en ese fundamento, porque pensó y actuó a la altura de sus circunstancias, con resolución y luz válidas para entonces, para hoy y para el porvenir. Preparó una guerra cuyos fines mayores no terminaban en la liberación nacional de Cuba: incluían asegurar la independencia de las Antillas, como afirmó en su carta póstuma a Manuel Mercado, para que los Estados Unidos no se apoderasen de ellas, lo que le permitiría a la emergente potencia caer, “con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América”.

La contienda recién empezaba, estaba por delante la necesidad de derrotar al ejército colonialista español, y el héroe, expresaba rotundamente su voluntad de impedir que se consumaran los planes del poderoso vecino: “Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso”. Liberar a la patria significaba también impedir que se hiciera realidad la teoría de la “fruta madura”. Ese engendro —resumen de una apetencia que venía de los fundadores de una nación voraz y expansionista— tuvo su bautismo textual en los Estados Unidos en 1823, treinta años antes de que naciera José Martí, y más de un siglo antes que Fidel Castro.

El afán imperial de apoderarse de Cuba hallaría la complicidad de anexionistas y autonomistas, especies políticas que no han desaparecido. A lo sumo se han fundido en una misma actitud antipatriótica, con ideólogos o ideologuillos abrazados a la “razón instrumental”, no a la guía moral que Martí continúa encarnando. En la carta citada repudió ambas tendencias, y dijo que la primera era “menos temible”, pero no porque fuera mejor que la otra, sino “por la poca realidad de sus aspirantes”, quienes soñaban con que Cuba fuera un estado más en una federación imperialista cuyos gobernantes lo que buscaban era sustituir a España en su dominación colonial. Por su parte, los cabecillas del autonomismo preferían tener “un amo, yanqui o español”, que les asegurase sus privilegios de “prohombres” que, tanto como sus primos anexionistas, despreciaban a “la masa mestiza, hábil y conmovedora, del país,—la masa inteligente y creadora de blancos y negros”.

Las señales decisivas sobre el peligro que venía de los Estados Unidos se las había dado al agudo veedor el Congreso Internacional de Washington, celebrado en lo que el autor de Versos sencillos definió como “aquel invierno de angustia” de 1889-1890. El foro le confirmó su previsión sobre los planes que el Norte urdía para los pueblos de nuestra América ya entonces independientes. De ahí su pregunta increpante: “¿A qué ir de aliados, en lo mejor de la juventud, en la batalla que los Estados Unidos se preparan a librar con el resto del mundo? ¿Por qué han de pelear sobre las repúblicas de América sus batallas con Europa, y ensayar en pueblos libres su sistema de colonización?”

Denuncia así el inicio visible del panamericanismo imperialista, contra el cual todavía es necesario seguir luchando en nuestra América, y se han dado pasos tan importantes como la creación del ALBA y la CELAC, impensables sin la resistencia de la Revolución Cubana frente a la agresividad imperialista. Sin esa resistencia sería difícil explicar la fuerza emancipadora impulsada, junto a Cuba, por países como Venezuela, Ecuador, Bolivia y otros. Y esa Cuba de la resistencia revolucionaria se hizo revirtiendo la tragedia histórica iniciada en 1898.

Con aquel Congreso Internacional de 1889-1890 a la vista, para Martí quedó claro que a Cuba, todavía colonia y, por tanto —como Puerto Rico—, ni siquiera representada en el temible foro, las fuerzas dominantes en los Estados Unidos le reservaban un destino todavía peor: “Sobre nuestra tierra […] hay otro plan más tenebroso que lo que hasta ahora conocemos y es el inicuo de forzar a la Isla, de precipitarla, a la guerra, para tener pretexto de intervenir en ella, y con el crédito de mediador y de garantizador, quedarse con ella. Cosa más cobarde no hay en los anales de los pueblos libres: Ni maldad más fría”, escribió Martí a su colaborador Gonzalo de Quesada Aróstegui.

Ve la trampa que se urde, y añade a lo citado: “¿Morir, para dar pie en qué levantarse a estas gentes que nos empujan a la muerte para su beneficio? Valen más nuestras vidas, y es necesario que la Isla sepa a tiempo esto. ¡Y hay cubanos, cubanos, que sirven, con alardes disimulados de patriotismo, estos intereses!” Pero también, o sobre todo, es consciente de la necesidad de hacer la guerra para librar a Cuba, en lo inmediato, del poderío español. La opción será, pues, hacerla de modo que no conviniera a los planes estadounidenses.

Siete años antes, en carta del 20 de julio de 1882, le había expresado a Máximo Gómez que la patria necesitaba tener “en pie, elocuente y erguido, moderado, profundo, un partido revolucionario que inspire, por la cohesión y modestia de sus hombres, y la sensatez de sus propósitos, una confianza suficiente para acallar el anhelo del país”, e impedir que este se vuelva “a los hombres del partido anexionista que surgirán entonces”. A inicios de 1895, fundado desde el 10 de abril de 1892 ese cuerpo con la creación del Partido Revolucionario Cubano, habrá llegado la hora de poner en pie a las tropas independentistas para librar la guerra necesaria, que debía ser bien organizada y dirigida, para conjurar las aspiraciones injerencistas del poderoso vecino.

El 5 de abril de 1894 había publicado en Patria el artículo “Crece”, donde se refiere a la posibilidad de que las fuerzas revolucionarias no triunfaran. Habría sido funesto insistir en esa posibilidad cuando urgía allegar recursos y hallar combatientes para la guerra, pero el líder expone resueltamente: “En lo que cabe duda es en la posibilidad de la revolución. Eso es lo de hombres: hacerla posible. Eso es el deber patrio de hoy, y el verdadero y único deber científico en la sociedad cubana. Si se intenta honradamente, y no se puede, bien está, aunque ruede por tierra el corazón desengañado: pero rodaría contento, porque así tendría esa raíz más la revolución inevitable de mañana”.

Doce días después de aparecer “Crece” —donde su concepción del deber científico se opone a males como el pragmático positivismo de la cúpula autonomista—, en el mismo periódico Patria circula “El tercer año del Partido Revolucionario Cubano. El alma de la revolución, y el deber de Cuba en América”, artículo más conocido que aquel, y donde resume grandes desafíos que urge vencer: “En el fiel de América están las Antillas, que serían, si esclavas, mero pontón de la guerra de una república imperial contra el mundo celoso y superior que se prepara ya a negarle el poder,—mero fortín de la Roma americana;—y si libres—y dignas de serlo por el orden de la libertad equitativa y trabajadora—serían en el continente la garantía del equilibrio, la de la independencia para la América española aún amenazada y la del honor para la gran república del Norte”.

Ante circunstancias tales, afirma, “es un mundo lo que estamos equilibrando: no son solo dos islas las que vamos a libertar”. Ello recuerda cómo define el artículo inicial de las Bases del Partido el propósito inmediato de la organización: “lograr con los esfuerzos reunidos de todos los hombres de buena voluntad, la independencia absoluta de la Isla de Cuba, y fomentar y auxiliar la de Puerto Rico”. Él, que ha calado en las entrañas de los foros de 1889-1890 y 1891, acelera desde entonces los preparativos de la guerra.

En la fase final de esos preparativos la revolución sufre un duro golpe, que no podría verse como un mero acontecimiento aislado. Es enero de 1895, y en el puerto floridano de Fernandina autoridades estadounidenses, apoyadas por un cubano algo más que sospechoso de traidor a la patria, descubren un plan expedicionario cuidadosamente preparado por Martí, quien había actuado en secreto. Lo sabía necesario para imprimir fuerza a la guerra desde el inicio con un levantamiento que, además de simultáneo en las localidades comprometidas, fuera sorpresivo. La contienda debía ser “breve y directa como el rayo”, según él había señalado en uno de sus textos sobre Cuba y Puerto Rico, y de distintas formas en otros, no solo para que el derramamiento de sangre fuera el menor posible, sino también para no dar tiempo y ocasión a los pretextos intervencionistas de los Estados Unidos.

El factor sorpresa lo frustra el golpe de Fernandina; pero en aquellas circunstancias no hay marcha atrás, ni Martí desea que la haya: la guerra indispensable se hace a tiempo, o no se hace. Lo revelado en Fernandina era obra grande, y el líder desplegó su capacidad de persuasión, el respeto y la confianza que se había ganado entre sus seguidores, y logró que el revés no impidiera el levantamiento necesario.

Lo que vino después se conoce. El fundador murió prematuramente, sin que la República en Armas tuviera la estructura necesaria, en función de la cual había concebido él —en términos y realidades que expresan, incluso en las condiciones de la guerra, su sentido de la sincera democracia defendida en las Bases del Partido— “la Asamblea de Delegados de todo el pueblo cubano visible”. Este, en su concepto, lo formaban “todas las masas cubanas alzadas”, de las cuales los jefes serían parte. Circunstancias adversas, y señaladamente su muerte, a la que se unió el 7 de diciembre de 1896 la de Antonio Maceo, obstaculizaron la eficacia de las fuerzas patrióticas, y en 1898 se consumó la intervención estadounidense.

Sesenta años después de ese violento acto injerencista, el imperio no perdonaría la decisión cubana de hacer realidad, con el triunfo de 1959, el proyecto de liberación, soberanía y república plena heredado de Martí. Tras el triunfo de la Revolución, el Norte puso en marcha contra Cuba la hostilidad que incluiría una invasión armada y actos terroristas varios, junto a un férreo bloqueo económico, financiero y comercial.

La resistencia del pueblo cubano en la defensa de sus ideales haría fracasar tales prácticas agresivas, que acabaron aislando a los Estados Unidos en el concierto de países latinoamericanos y en la comunidad internacional. Si a inicios de los años 60 del siglo pasado aquella nación —OEA mediante, y con la complicidad de casi todos los gobiernos del área— consiguió instalar contra Cuba el acoso y el aislamiento, distinta es la realidad de un continente que reclama la presencia de este país en las Cumbres de las Américas. Y durante más de dos décadas, año tras año, la Asamblea General de las Naciones Unidas se convierte en escenario de una aplastante votación contra el bloqueo. Ahora el anuncio de que ese engendro será levantado no debe verse como suficiente para sacarlo de la agenda de la mencionada Asamblea.

El aislamiento de Cuba se ha revertido más allá del continente. La Rusia de hoy, en la que nada apunta al afán de crear una nueva Internacional Comunista, y una China que crece como una de las mayores economías del planeta, intensifican sus vínculos con Cuba, y con el conjunto de nuestra América, donde el influjo de la Revolución Cubana se mantuvo contra la voluntad del imperio. Para este no es solo una isla el área donde necesita mantener o reforzar su influencia, sino todo un continente, como parte de su afán por seguir capitalizando el desequilibrio mundial.

A finales del siglo XX las fuerzas imperiales supondrían que ese desequilibrio estaba alcanzando su culminación. Desmontado el socialismo europeo —lo cual representó un duro golpe para Cuba no solo en términos económicos—, los ideólogos y voceros del imperio creyeron que se consolidaba un mundo unipolar coyundeado por el pensamiento único propio de la pretensa unipolaridad. Pero la realidad va siendo otra, con los cambios experimentados en nuestra América desde los mismos finales del siglo XX y, sobre todo, en lo que va del XXI.

Por: Luis Toledo Sande

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  • El presente artículo y “Con José Martí: para que la victoria siga siendo victoria”, que le dará continuidad en esta sección, provienen de las cuartillas que el autor preparó para cumplimentar, con un resumen de ellas, la invitación a participar el pasado 21 de enero en Dialogar, dialogar, espacio que auspicia la Asociación Hermanos Saíz y sesiona en el habanero Pabellón Cuba. El encuentro de esa fecha se dedicó al tema José Martí en la actualidad cubana.

(Tomado de Cubarte)

¡Éxito de los Pueblos!

Tal como estaba previsto, tanto para el Bloque Unitario Sindical y Social Costarricense, BUSSCO, como para la Federación de Estudiantes de la Uniuversidad de Costa Rica, FEUCR, la masiva participación y la gran representantividad social del “Encuentro Social por la La Patria Grande”, dieron como resultado un evento exitoso.

Desde diversos países de Nuestra América, representantes de los pueblos se hicieron presentes para dialogar, analizar y proponer acciones que contribuyan a la construcción de sociedades más justas e inclusivas, sin la opresión y el saqueo del modelo neoliberal y los politiqueros corruptos que provocan pobreza, muerte, hambre y desempleo.

Las mesas de trabajo se realizaron en la Ciudad de la Investigación de la Universidad de Costa Rica. Los temas de las tres mesas fueron “Desafíos de la integración latinoamericana”, Participación ciudadana y Movimientos sociales”, y “Soberanía, independencia y paz”.

Las diversas delegaciones de los pueblos, una a una, fueron exponiendo su puntos de vista y planteando alternativas de acciones que lleven a nuestros pueblos a alcanzar su libertad e independencia de las garras de las oligarquías corruptas y el imperio de Estados Unidos.

Libertad e independencia

La representante de Puerto Rico, provocó los aplausos y las muestras de solidaridad de los presentes cuando habló sobre una nación que no conoce lo que es la independencia, ya que pasaron de ser colonia de España, a ser colonia de los Estados Unidos. Pero también habló de la lucha, el tezón y la dignidad de un pueblo que se niega a ser sometido y lucha por su independencia, Puerto Rico.

“No sabemos lo que es ser una nación libre, soberana e independiente, pero como aquellos próceres lucharon por la suya, como Martí, Simón Bolivar, San Martín, y muchos otros, el pueblo puertorriqueño lucha por su independencia. Ahí está el ejemplo viviente de Oscar López, puertorriqueño con 33 años de cárcel en Estados Unidos por querer a su Patria libre y soberana. Necesitamos de su solidaridad, de la solidaridad de toda Nuestra América, como dijo Martí, para que Puerto Rico sea una nación libre e independiente y que Oscar López sea puesto en libertad de inmediato”, dijo Vilma de Puerto Rico.

El resultado de las tres mesas será presentado en horas de la tarde de este miércoles 28 de enero como la Proclama o Manifiesto de los Pueblos a los presidentes miembros de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe, CELAC.

Posteriormente se realizará una actividad cultural con participación de artistas costarricenses y en horas de la noche el Foro con Jefes de Estado.