UNDECA alerta por contagios de Covid-19 entre trabajadores de nutrición del Hospital Calderón Guardia

Más de veinticuatro trabajadores confirmados con contagio de Covid-19 y trece más en espera de saber si lo están, es lo que enciende las alarmas en el departamento de nutrición del Hospital Calderón Guardia.

La Unión Nacional de Empleados de la Caja y la Seguridad Social, UNDECA, llama la atención sobre la forma en que se hacen las pruebas, el tiempo en se entregan resultados y el peligro de que uno de los hospitales más importantes del país pudiera entrar en crisis por esta situación.

Entre el personal que se encuentra afectado por el Covid-19 hay profesionales, bodegueros y técnicos, entre otros. Todo esto mientras se restringe el uso de mascarillas, ya que no dan suficientes.

UNDECA pide que las incapacidades las atienda el Instituto Nacional de Seguros, INS, y que los resultados se entreguen en el menor tiempo posible, ya que tardan hasta 8 días en entregarlos, mientras tanto sigue trabajando con el riesgo de contagiar a más trabajadores y a usuarios.

La situación se agrava cuando las pruebas no se realizan como corresponde, se tienen que repetir o se pierden pruebas realizadas.

¿Quién responde ante esta situación?, ¿Quién es el responsable sobre la forma en que se hacen las pruebas?

UNDECA exige a las autoridades del Ministerio de Salud, así como las altas autoridades de la Caja Costarricense de Seguro Social, CCSS, actuar de inmediato en el Hospital Calderón Guardia.

Protesta contra privatización de servicios de la CCSS

“Con hambre no hay paz”. Ese fue uno de los carteles que portaba el personal de aseo y vigilancia del Hospital Calderón Guardia (HCG) durante una manifestación.

El grupo de funcionarios se organizó para exponer lo que consideran una injusticia en la intención de privatizar estos servicios por parte de las autoridades de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS).

Román Macaya, presidente ejecutivo de la CCSS, dijo en conferencia de prensa el lunes que contratarán a 646 personas para la nueva torre del nosocomio josefino.

Añadió que ya tenían los candidatos en la lista de elegibles del HCG, pero que quienes estuvieran interesados podían ingresar a la página de Recursos Humanos de la institución y aplicar.

No obstante, los trabajadores indicaron que los servicios de aseo y vigilancia no fueron tomados en cuenta en dichas contrataciones, sino desde un inicio la intención era contratar servicios privados.

Arturo Abarca, dirigente sindical de la Unión Nacional de Empleados de la Caja y la Seguridad Social (Undeca), indicó que no permitirán que privaticen los servicios y aseguró que Macaya no se refirió a aseo y vigilancia al indicar las nuevas contrataciones.

Añadió que las empresas privadas han dejado malas experiencias a la institución y recordó una situación ocurrida en Limón donde la compañía se marchó, dejando sin aguinaldo ni liquidación al personal.

“No queremos que eso se dé en el Calderón Guardia, tenemos personal interino que puede hacer estas funciones”, indicó.

El dirigente sindical informó que han mandado varios oficios a la CCSS solicitando que tomen en consideración a este recurso humano para la torre este, pero no han recibido respuesta.

El movimiento incluyó a 30 personas quienes se manifestaron pacíficamente durante 40 minutos, esto en vista de la crisis sanitaria por Covid-19, sin embargo, advirtieron que de no recibir respuesta de la CCSS se manifestará más personal. En la torre contratarán 70 personas para aseo y 40 para vigilancia. En el sindicato mostraron su preocupación debido a que a las empresas privadas no les exigen los mismos conocimientos que al personal en propiedad o interino de la CCSS.

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Fuente: Diario Extra

La urgencia democrática del dialogo social

Por: Manuel Hernández
Asesor Legal de UNDECA

El Informe de OCDE acerca del Mercado laboral y las políticas sociales (2017), advirtió que en nuestro país, el diálogo social está fragmentado y además, que esta debilidad puede ser una barrera para mejorar las condiciones de trabajo y retrasar muchas de las reformas que se necesitan.

La OCDE recomendó, desde aquella fecha en que el Gobierno estaba seduciendo a este organismo internacional, “que los encargados de políticas en Costa Rica (…) fortalezcan el diálogo social.”

No obstante, la Administración Alvarado Quesada, que tanto empeño asumió para que el país se adhiriera a este selecto club de países ricos, echó por la borda esta recomendación, y en su lugar, peligrosamente ha recorrido una ruta en sentido totalmente contrario al diálogo social.

Esta desafección del diálogo social se materializó con la aprobación de la Ley de Fortalecimiento de las Finanzas Públicas, N° 9635 y la Ley para brindar seguridad sobre la huelga y sus procedimientos, N° 9808, que causaron una fuerte confrontación social, cuyas cicatrices todavía no han sanado.

No sólo por el procedimiento legislativo extraordinario que se diseñó –ad hoc- para la tramitación y aprobación atropellada de ambos proyectos, respaldada por una fuerte carga de intervención policial, sino, además, por su contenido normativo regresivo, quedó de manifiesto la rúbrica autoritaria del Gobierno y la Asamblea Legislativa.

Pero este déficit democrático de la gobernanza de las relaciones laborales, se ha profundizado a merced de la irrupción de la pandemia que nos flagela.

La pandemia se ha convertido en el útil Caballo de Troya, por un lado, para destruir los derechos que aún le quedan a la clase trabajadora, y por otro lado, para desmontar el raído Estado Social y Democrático, que lo tienen pegado a un respirador mecánico.

Recordemos que el Ministerio de Trabajo impulsó febrilmente un proyecto de ley de reducción de las jornadas de trabajo, con la consecuente disminución hasta de un 75% de los salarios, que tiene a miles de trabajadores del sector privado con trabajo, pero lamentablemente devengando salarios de hambre.

Por otra parte, en lugar de proteger la sostenibilidad de los salarios de las y los trabajadores, el mismo Ministerio apostó a la maquinilla, casi en automático, de la suspensión de los contratos de trabajo, cuyas resoluciones administrativas se editan como en planchas rotativas de periódicos.

Son más de tres meses que llevan estos trabajadores soportando, sin percibir salario, con el hambre confinada en sus estómagos, cuya medida se prorrogó por tres meses más.

 Ahora el epicentro del envite político se enfoca directamente contra los servicios públicos y las personas que trabajan en este sector, amplificado por las mediáticas campañas que destilan odio en las columnas editoriales y las pantallas de televisión.

En términos generales, podríamos decir que los correspondientes proyectos legislativos tienen un doble y concurrente cometido: desmantelar la institucionalidad pública y menoscabar los derechos laborales de este colectivo.

En la línea de erosión de la institucionalidad pública, sobresalen dos proyectos: el Proyecto de Ley de Empleo Público y la reforma de la Ley Orgánica del INA, sin dejar de omitir que a JAPDEVA que prácticamente ya lo cerraron.

El primer proyecto, que en buen español debería nominarse de des/empleo público, tiene el objetivo de someter a la exclusiva gobernanza política y normativa de MIDEPLAN, la totalidad del conjunto del sistema de empleo público: reclutamiento, selección, movilidad, traslados, carrera administrativa, promoción, concursos, formación, capacitación, remuneración y otros.

MIDEPLAN sufre una metamorfosis y se trasmuta en un supra-ministerio, que concentra un poder desproporcionado, a cuyos mandatos imperativos quedan subordinadas prácticamente todas las instituciones, el Poder Legislativo y el Poder Judicial.

Este Leviatán hace añicos la independencia de poderes y la autonomía constitucional de la CCSS, universidades estatales y las municipalidades, reducidas a caricaturescas unidades ejecutoras de las directrices, lineamientos, procedimientos y resoluciones de SUPRAMIDEPLAN.

En el otro proyecto se pretende reformar la Ley Orgánica del INA, que ha jugado un papel fundamental en la formación y capacitación técnica de la clase trabajadora, cuyo objetivo es la externalización de los servicios que presta esta institución y la privatización de la relación de empleo de sus servidores.

En la línea de afectación directa de los derechos de las personas que laboran en el sector público, tenemos un emergente aluvión de proyectos, entre los cuales sobresalen, sin la intención de agotar el señalamiento de los tantos que conforman la saga de proyectos que se agolpan en la corriente legislativa, los siguientes: congelamiento de las anualidades 2021-2022, derogatoria de los regímenes de pensiones complementarias de trabajadores y trabajadoras de varias instituciones (CCSS, BCR, BN, ICE, ICT, JPS).

No podríamos dejar de mencionar la versión más creativa de estos proyectos: la reducción del 15% de la jornada de los funcionarios públicos que devengan una remuneración bruta mensual por lo menos de 1.500.000 colones, por un período de 12 meses, un verdadero despropósito, un impuesto disfrazado con lentejuelas, cuestionado por diferentes sectores, hasta incluso por partidos políticos que han hecho mancuerna con el Gobierno en la aprobación de aquellas leyes.

Todas estas iniciativas se han promovido y ejecutado de manera unilateral, inconsulta, cerrando todo espacio de interlocución a los actores sociales interesados.

No queda, entonces, la menor duda de la nula voluntad de diálogo y legitimidad democrática de este Gobierno, que en esta crisis desafortunadamente nos está llevando por un callejón al borde del despeñadero: en el ámbito del empleo, en el campo laboral, social, económico y productivo, que ojalá que en el orden sanitario, en definitiva, podamos salir bien librados de esta fatídica pandemia.

 Así las cosas, no es aventurado sostener que estamos llegando a una situación muy crítica, a un punto de inflexión, donde más allá de esta línea probablemente no habrá retorno.

La crispación social sube la intensidad del tono y las circunstancias podrían desbordarse, como la misma pandemia, las cuales exigen que el Gobierno de la República vuelva por el camino de la restauración democrática y se comprometa francamente en un proceso de diálogo con los actores sociales, cuyo objetivo debe ser la recuperación del empleo, mantener la sostenibilidad de los salarios de los trabajadores, la reactivación y la eficiencia económica y además, la construcción de un escudo social que proteja a la gente en condición social vulnerable, los siempre condenados de la tierra.

No es ocioso recordar, por aquello que a algún político desmemoriado se le haya olvidado, que la Constitución Política establece que Costa Rica es una República libre, democrática e independiente, sustentada en los principios de participación ciudadana y en la provisión de los servicios públicos.

El Diálogo Social es inherente a esta configuración democrática de nuestro ordenamiento constitucional, que además tiene respaldo en el Convenio N° 98, N° 144, N° 154 y varias recomendaciones de OIT.

En este aspecto es pertinente recordar los señalamientos del Comité de Libertad Sindical de OIT:

“356.- (…) El Comité llama la atención sobre la importancia que atribuye a la promoción del diálogo y la consulta en las cuestiones de interés común entre las autoridades públicas y las organizaciones profesionales más representativas del sector de que se trate», así como «el interés de consultar a las organizaciones de empleadores y de trabajadores en la preparación y elaboración de una legislación que afecta a sus intereses». El Comité subraya a este respecto la importancia de consultas detalladas y de que las partes tengan suficiente tiempo para preparar y expresar sus puntos de vista y, discutirlos en profundidad. El Comité subraya también que el proceso de consulta en materia de legislación contribuye a que las leyes, programas y medidas que las autoridades públicas tengan que adoptar o aplicar tengan un fundamento más sólido y sean mejor respetados y aplicados; en la medida de lo posible el Gobierno debería apoyarse en el consentimiento general ya que las organizaciones de empleadores y de trabajadores deben poder participar en la responsabilidad de procurar el bienestar, y la prosperidad de la comunidad en general [Informe N° 368 de Comité de Libertad Sindical, que remite a Recopilación de decisiones y principios del Comité de Libertad Sindical, quinta edición, 2006, párrafos 1067 y 1072].

La OIT, en el Marco de las políticas de lucha contra el COVID-19, estableció que el Diálogo Social “en todo momento, promueve la participación democrática en el proceso de formulación de políticas de las personas más directamente afectadas; pero en momentos de crisis, cuando hay mucho en juego, esa participación resulta aún más importante.”

El Diálogo Social es un cauce de mediación democrática, que sustenta la legitimidad de las políticas públicas, las decisiones gubernamentales y legislativas, que tanto se echa de menos en esta Administración.

En esta durísima crisis que estamos atravesando, ahora más que nunca, antes que –parafraseando a Saramago- nos hundamos hasta la mierda y perdamos el optimismo que aun nos queda de reserva, es imperioso articular un proceso real de Diálogo Social.

En definitiva, es necesario pactar, de manera impostergable, una hoja de ruta tendiente a buscar una salida democrática de la crisis, en procura de un gran acuerdo de reconstrucción social y económica, destinado a refundar el Estado Social y Democrático, proceso en el que deben tener participación los actores sociales y representaciones de pequeños y medianos empresarios, agricultores, a quienes se les ha martillado de golpe en seco y trasladado exclusivamente el riesgo y el costo de esta crisis sobreviniente.

En este trance de crisis de la cohesión social, del tejido productivo y no menor tensión de la legitimidad democrática, el diálogo social no puede ser enervado o suplido por la gobernanza unilateral, excluyente y autoritaria, acompañada de la infaltable represión policial cuando es necesaria, que ha sido hasta ahora la única receta del formulario oficial del Gobierno de la República.

El giro de 180° hacia el Diálogo Social es una opción política que el Gobierno del Bicentenario debe seriamente valorar, en función del desarrollo humano, la dignidad de las personas y el bienestar general de las grandes mayorías.

BAILE para UCCAEP, empresarios y ricos; MARTILLO para el pueblo y la clase trabajadora

El gobierno del PAC viene profundizando su alianza con los intereses económicos del bipartidismo histórico PLN/PUSC, con la UCCAEP y los neoliberales radicales que ostentan puestos importantes del sector económico.

El ataque al sector popular y laboral del país quedó evidenciado con la Ley del Combo Fiscal: el IVA ha elevado los precios de bienes y servicios que consumimos, con mayor impacto en alimentos y medicinas; al sector laboral se le incrementó el impuesto al salario hasta un 25%; las restricciones presupuestarias afectan programas de asistencia social, educación y salud, mientras al gran empresariado mediante una amnistía tributaria se les regaló ¢194.000 millones de colones.

Aprovechando la pandemia esos sectores descargan el martillo en las familias trabajadoras: suspendieron contratos laborales, rebajaron jornadas y salarios, quitan anualidades, pretenden eliminar la jornada de ocho horas, imponer impuestos al salario escolar, nos roban el ROP y últimamente anuncian reducción en un 15% la jornada con la consiguiente reducción del salario, por un año, en el sector público.

Para otro lado, el baile: moratorias al pago de impuestos, reducción de tarifas eléctricas a grandes empresarios, readecuación de créditos empresariales, reducción a solo un 25% de la contribución patronal a los seguros de salud y de pensiones, suspensión de medidas contra los morosos o a quienes retienen indebidamente las cuotas obreras, afectando directamente las finanzas de la CCSS y el derecho a servicios oportunos y de calidad. Y además se les permite la evasión descarada de impuestos.

La nueva ocurrencia del gobierno es un verdadero despropósito, es imponer un nuevo tributo a los salarios, sino que es un nuevo martillazo a las finanzas de la CCSS, a la recaudación tributaria, un golpe letal a tiendas, mercados y comercios, entre otros, que verán reducidas sus ventas, provocando mayor desempleo y un deterioro notable de la economía nacional. Esos geniecillos neoliberales de Casa Presidencial van a provocar como dice nuestro pueblo que “la medicina salga más cara que la enfermedad”.

Ha llegado la hora de luchar contra los que quieren acabar con la patria, de enfrentar a esta camarilla político empresarial y sus adalides en el PAC, PLN, PUSC, entre otros que ponen en riesgo la convivencia y la justicia social. ¡BASTA YA!

A ORGANIZARNOS Y MOVILIZARNOS PARA DEFENDER EL DERECHO AL TRABAJO AL SALARIO Y A UNA VIDA DIGNA

A DETENER LA EVASIÓN TRIBUTARIA, QUE LOS EMPRESARIOS Y RICOS PAGUEN IMPUESTOS

MOVIMIENTO SINDICAL Y SOCIAL, FIRME EN LA LUCHA

UNDECA denuncia escasez de Equipos y recursos para atender la pandemia

Costa Rica atraviesa la peor crisis sanitaria de su historia, hasta el momento cargada en los hombros de la Caja Costarricense del Seguro Social y de la clase trabajadora.

El costo económico para atender la pandemia, más las desacertadas decisiones de la jerarquía de la Caja, para “oxigenar” al empresariado evasor y moroso con la seguridad social y el fisco, que esclaviza y despide solapadamente a miles de trabajadores, está siendo pagada por los trabajadores sanitarios, con atrasos de salarios y escasez de equipos de protección y de recurso de humano.

Evidentemente el mayor riesgo por la pandemia lo corren los trabajadores de la salud.Según los datos oficiales al 10 de junio la institución había enviado a 1631 trabajadores, de todas las disciplinas, a confinamiento domiciliar, por contacto con compañeros de trabajo o usuarios positivos por COVID-19, sin embargo, en los últimos días se han aislado cientos de funcionarios, que hacen presumir una cifra cercana a los 2.500 trabajadores.

Los trabajadores de la CCSS contagiados que en abril pasado representaban el 20% de los contagiados (133), un mes después eran 146, pero la semana pasada solo en 3 hospitales se diagnosticaron 23 nuevos casos de trabajadores, por lo que podría superar los 300 según los informes que hemos recibido.

Considerando las cifras de personas contagiadas, particularmente en las zonas de mayor densidad poblacional, los datos se tornan alarmantes, porque si no priorizamos la protección de los trabajadores de la salud muchas personas pueden morir, porque los trabajadores están enfermos.

En los centros de salud escasean los kit de pruebas para el diagnóstico y los equipos de protección, las constantes quejas son por la cantidad y la mala calidad de los equipos, las mascarillas son insuficientes para las extenuantes jornadas, cuando se las suministran, con el riesgo de que el personal ni siquiera se percate de que están propagando el virus.

Hoy el mundo vive una guerra sanitaria con los países más ricos, por los recursos para atender las necesidades de la población, como respiradores y otros equipos de cuidados intensivos, pero el impacto para el país de no contar con suficiente personal de salud sería una verdadera catástrofe, ya que el único distanciamiento social de los trabajadores de la CCSS es el Equipo de Protección.

UNDECA exige a las autoridades de la CCSS y del Ministerio de Salud garantizar el diagnóstico oportuno, el acceso inmediato a los equipos de protección, suministros y recurso humano necesarios para atender a la población afectada por esta enfermedad.

San José, 3 de julio de 2020.