En los últimos días los medios de comunicación nacional han venido denunciando con gran acierto, la sobrepoblación que hay en las diferentes cárceles del Sistema Penitenciario Nacional. Sin embargo, muy poco se dice sobre las condiciones laborales del personal de vigilancia que labora en los centros penales.
Nuestra organización sindical, que representa a un considerable grupo de policías penitenciarios, hombres y mujeres abnegados en su labor de custodiar a los privados de libertad, considera importante hacer un llamado de atención respecto a las condiciones laborales y de respeto a los derechos humanos de estas personas trabajadoras.
En la mayoría de los Centros Penitenciarios, los y las policías penitenciarias laboran en una jornada de 7 × 7, que consiste en siete días de jornada laboral (por dentro) y siete días libres. Antes de nuestra llegada, al menos una vez al mes, cuando las y los policías se encontraban en su semana de descanso, se les citaba a prestar servicio por disponibilidad (distorsionando el verdadero sentido de esta figura que debe ser utilizada únicamente para atender emergencias, caso fortuito o fuerza mayor), en algunas ocasiones en centros penales distintos a aquel donde se encuentran destacados, sin reconocerles las horas extraordinarias ni los gastos de transporte para su traslado. Dichosamente, gracias a decenas de demandas presentadas en los tribunales laborales, las autoridades del Ministerio de Justicia y Paz hicieron un alto en el camino y anunciaron que a partir de ahora, cuando un o una policía sea convocado a prestar servicio de disponibilidad, se le reconocerán como tiempo extraordinario, las horas que labore por ese concepto.
Por otra parte, cuando se encuentran en el cumplimiento de los siete días de su jornada laboral (por dentro), difícilmente se les respeta su derecho al descanso diario y tienen que cumplir jornadas laborales diarias que superan las 12 horas (jornada máxima legal), que en ocasiones incluso alcanzan hasta 19 horas. Después de laborar ocho horas continuas en los diferentes puestos de seguridad (Fortines, Oficialías de Guardia, Pabellones, Recorridos y Comisionistas) son requeridos para atender recuentos, requisas, y atención de visitas a privados de libertad, entre otras cosas. Esta situación que a nuestro juicio violenta el derecho fundamental al descanso, no solo genera perjuicios físicos y mentales a las personas trabajadoras, sino que debilita la seguridad del centro penal, toda vez que una persona cansada, agotada, tiene una capacidad de reacción menor ante una eventualidad.
Los aposentos de descanso no reúnen las condiciones mínimas para pernoctar y descansar dignamente. En muchos casos se encuentran hacinados, no cuentan con las condiciones mínimas de salud ocupacional y de salubridad. Hay Centros Penales como El Buen Pastor y San Rafael, donde el basurero está justo al lado de los dormitorios de las y los policías, que tienen que soportar malos olores cuando se disponen a descansar; en otros centros como el Roble de Puntarenas, el Ministerio de Salud declaró inhabitable el lugar destinado como dormitorio de las y los oficiales de seguridad.
El personal de la Policía Penitenciaria es el más mal pagado de todos los cuerpos policiales, no se les ha equiparado con el último incremento salarial aplicado a los miembros de la Fuerza Pública, a pesar de estar dentro del mismo Estatuto Policial.
En el tema de los uniformes, en la mayoría de los casos se tarda hasta dos años para entregárselos. Tenemos conocimiento de que en muchas ocasiones se le asigna a una persona zapatos, pantalones o camisas que no son de su talla, como para salir del paso aunque no se puedan utilizar. Asimismo, para dibujar de la grave situación que padecen los y las policías penitenciarios, agregamos que la gran mayoría de los mismos, se tienen que comprar la vara policial y el foco que ocupan en su labor, a pesar de que nuestro Código de Trabajo es claro en que el patrono está en la obligación de proporcionar los instrumentos de trabajo.
El crecimiento de la población privada de libertad representa una clara ventaja numérica en relación con los oficiales de seguridad encargados de su custodia. En la cárcel de San Sebastián, en módulos donde hay alrededor de 240 reclusos, únicamente hay en cada rol de servicio, un policía. Después de una remodelación, las oficialías fueron ubicadas dentro de los módulos, lo que implica que las personas trabajadoras están 24 horas expuestas a olores nauseabundos dado la cercanía de los sanitarios del módulo, a la contaminación sónica, el humo de cigarros y drogas que consumen los privados y a la agresión constante por parte de éstos. Ya hay antecedentes de oficiales que han sido agredidos con lanzamiento de objetos, agua, café y excrementos por la cercanía de la población laboral y el 5 de marzo de 2012, se presentó un incidente protagonizado por privados de libertad, que ingresaron violentamente a la Sección A2 arremetiendo con armas punzocortantes no solo contra sus iguales, sino también contra el personal de policía que se encontraba en ese módulo y en clara desventaja numérica (300 privados de libertad para 4 oficiales de policía). Ante esta situación, nuestro sindicato está respaldando la solicitud de 99 policías y la recomendación del Consejo Técnico del penal, para que las oficialías sean sacadas de los módulos y evitar así una tragedia.
La situación de vulnerabilidad de este grupo de trabajadores y trabajadoras se agrava con el hecho de que cuando las y los policías penitenciarios plantean individualmente sus reclamos respecto a sus precarias condiciones sociolaborales, son castigados, siendo trasladados del centro penal donde se encuentran laborando a otro centro penal; únicamente con el argumento de “necesidad institucional”, instrumento represivo muy usado por algunos mandos medios y autoridades superiores del Ministerio de Justicia y Paz.
Esta es la realidad de este grupo de trabajadores y trabajadoras del Estado Costarricense. Nuestro sindicato ha iniciado una lucha por la reivindicación de las condiciones socio laborales del cuerpo de la Policía Penitenciaria, sector laboral que de acuerdo a nuestra experiencia, es el más discriminado y abandonado en el Sector Público.
Aplaudimos el informe de la Defensoría de Los Habitantes, pero en nombre de nuestros representados y representadas, exigimos a las autoridades del Ministerio de Justicia y Paz y al propio Ministerio de Trabajo, respetar los derechos laborales de los miembros del cuerpo policial penitenciario.
Susan Quirós Díaz
Secretaria General UNT